jueves, 26 de marzo de 2009

LUÍS EDUARDO AUTE en el Teatro Sierra de Aracena

El 4 de abril, a las 21:00h, en el Teatro Sierra de Aracena: «Autorretratos» de LUÍS EDUARDO AUTE. Entrada 18 euros... Un recorrido a través de su discografía, con nuevos arreglos y renovados aires musicales...

(Luis Eduardo Aute posa con un autorretrato tapando su rostro/ÁNGEL DE ANTONIO)

(Fuente: abc.es)

Luis Eduardo Aute: «Debí haber tirado a la basura mis primeros éxitos»

Por IGNACIO SERRANO

Entrar en el estudio de un creador siempre impresiona. Es un pequeño universo de reglas ininteligibles para el forastero, en el que un aspirante a dios (creador, pero con mayúscula) pasa horas y horas tratando de plasmar lo que tiene en la cabeza, intentando obsesivamente ir más allá de meras aproximaciones. El de Luis Eduardo Aute, fiel a lo descrito, fue el original escenario de las entrevistas que el pintor, cantautor y escritor ha ofrecido con motivo del lanzamiento de «Memorable cuerpo», una lujosa caja (siete cedés, uno de ellos inédito y otro descatalogado, un DVD doble con dos conciertos nunca publicados, un libro de 84 páginas con fotos y reproducciones de su obra gráfica y un dibujo a bolígrafo) que celebra sus cuarenta años de trayectoria musical.

Mientras pinta un cuadro, Aute responde a las preguntas. Un novedoso concepto de entrevista, o quizá una forma de aprovechar mejor el tiempo, pues es conocido el poco apego del artista por todo lo que tenga que ver con la industria de la música...

-Qué solemne suena eso de «la caja que reúne 40 años de trabajo».

-Ahh (como aburrido). Sí... Aunque no ha sido idea mía, sino del presidente de la discográfica. Yo no soy nada amigo de los aniversarios.

-¿Cómo fue el reencuentro con sus composiciones más primerizas?

-Cogí una lista de canciones, había algunas de las que ni me acordaba, y según lo que me evocaban los títulos fui diciendo «esta sí me apetece, esta no...». Lo que fue muy curioso es que al ir reinterpretándolas descubrí que en algunas canciones antiguas estaba el embrión de otras más recientes, algo que ha ocurrido sin que me diese cuenta.

-El sexo siempre ha sido protagonista en su obra, pero sin escandalizar...

-Cuando digo que Dios es sexo puro, que no puro sexo, no quiero ofender a nadie. Es lo que más nos acerca a la divinidad, y a través de él navegamos por la vida. De hecho creo que el big bang fue un gran orgasmo. No era muy dado a jugar en la calle, pasaba bastante tiempo solo dibujando... y fíjate, volviendo al sexo... ahora recuerdo una librería medio en ruinas que estaba cerca de nuestra casa, en la que encontré un libro de pintura sobre desnudos que me impactó mucho. Me lo llevé, sólo por la curiosidad de imitarlos.

-Entonces, ¿nació ahí su fascinación por el desnudo femenino?

-Pues... sí, supongo que sí (pensativo). Aún conservo ese libro.

-Cuatro décadas de canciones... pero en el 68 abandonó la música decepcionado, sólo dos años después de haber empezado a cantar.

-Sí, lo dejé durante cinco años porque no era el momento. «Rosas en el mar», «Al-leluia» y «Rojo sobre negro» fueron un éxito tremendo en todo el mundo. Yo estaba tan tranquilo en mi estudio pintando, compuse unas cancioncitas, me las grabaron y... ¡bum! Todo ese tinglado de entrevistas y promoción que me descontroló. Tenía que haber tirado esas canciones a la basura, y haber seguido escribiendo hasta encontrar lo que quería. Pero bueno, al cabo de un tiempo esas canciones tienen una frescura y una espontaneidad que, en fin, ahí están.

-Y ahora, ¿cuál es su conclusión acerca de lo que ha visto del matrimonio arte-industria?

-He tenido suerte porque he visto poco. Cuando me ha ido mal en esa relación, cuando han intentado presionarme, he cortado y me he ido a otra discográfica, o a ninguna. Vivo muy ajeno a la pesadez de la vorágine de la industria.


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