Carte de visite
Se dice que una de las razones fundamentales para la invención de la fotografía, en la primera mitad del siglo XIX, fue la presión social de retratarse de forma más expedita y económica de lo que la pintura o el dibujo podían ofrecer. Surge entonces la fotografía como una técnica idónea para el retrato, testimonio fiel de cómo era y se veía la gente. En un principio se aplicaron las estrategias y los códigos que la pintura de retrato había desarrollado por siglos. Para finales del XIX, la fotografía había logrado construir su propia estética retratística a través de grandes autores.
Hacia 1860, los fotógrafos retratistas comenzaron a colocar fondos pintados y complicados. Muchos fotógrafos sintieron la necesidad de acercarse todavía más a la pintura y emular así sus códigos de representación.
Muy pronto surgió una gran demanda de retratos fotográficos, y va a ser bajo esta demanda donde aparece la visión de un fotógrafo y empresario francés, llamado André Adolphe-Eugène Disdéri, que patentó una cámara fotográfica con una modificación que lo llevaría rápidamente a la obtención de una gran fortuna. Esta cámara estaba dotada de varios objetivos. Esta modificación le permitió impresionar, en la misma placa donde antes sólo cabía una única imagen, hasta 12 pequeñas fotografías de 9x12cm, aproximadamente, a la que llamó Carte-de-Visite ("tarjeta de visita") y cuyo éxito fue instantáneo.
En la Carte de visite el personaje solía aparecer retratado en diversas poses, captadas por cada uno de los diferentes objetivos de la cámara a modo de secuencia narrativa para, finalmente, obtener una placa fotográfica con varias imágenes que luego se copiaba a un papel. Cada personaje jugaba un papel, como en una comedia o teatro, en el que se plasmaba una mascarada, mascarada que seguimos portando en el día de hoy.
NOTAS DEL CATÁLOGO (Juan Antonio Ramírez) (...) Siete grandes conjuntos de diez fotografías cada uno, con una rígida estructura, común a todos ellos: a la izquierda aparece una foto del-la modelo que se puede contraponer a otra, simétrica, a la derecha, donde esa figura ha desaparecido mostrando sólo el escenario deshabitado. Entre ambas imágenes hay un gran rectángulo con ocho imágenes de ese personaje en el mismo lugar. El eco de Disdéri es evidente, pero no conviene dejarse engañar por el espejismo de las falsas semejanzas. Los cambios en las poses son más acentuados en la reinterpretación de la fotógrafa malagueña, con cada imagen luchando por su propia autonomía frente a las demás. El énfasis teatral también es mayor. Noelia García Bandera es una artista del siglo XXI que no puede recrearse en el pasado sin las armas de una bien templada ironía. Se trata de un recurso difícil: el humor desplegado aquí crea un eufórico distanciamiento respecto al tema, pero evita el recurso de la fácil caricatura y el trazo grueso.
Muy pronto surgió una gran demanda de retratos fotográficos, y va a ser bajo esta demanda donde aparece la visión de un fotógrafo y empresario francés, llamado André Adolphe-Eugène Disdéri, que patentó una cámara fotográfica con una modificación que lo llevaría rápidamente a la obtención de una gran fortuna. Esta cámara estaba dotada de varios objetivos. Esta modificación le permitió impresionar, en la misma placa donde antes sólo cabía una única imagen, hasta 12 pequeñas fotografías de 9x12cm, aproximadamente, a la que llamó Carte-de-Visite ("tarjeta de visita") y cuyo éxito fue instantáneo.
En la Carte de visite el personaje solía aparecer retratado en diversas poses, captadas por cada uno de los diferentes objetivos de la cámara a modo de secuencia narrativa para, finalmente, obtener una placa fotográfica con varias imágenes que luego se copiaba a un papel. Cada personaje jugaba un papel, como en una comedia o teatro, en el que se plasmaba una mascarada, mascarada que seguimos portando en el día de hoy.
NOTAS DEL CATÁLOGO (Juan Antonio Ramírez) (...) Siete grandes conjuntos de diez fotografías cada uno, con una rígida estructura, común a todos ellos: a la izquierda aparece una foto del-la modelo que se puede contraponer a otra, simétrica, a la derecha, donde esa figura ha desaparecido mostrando sólo el escenario deshabitado. Entre ambas imágenes hay un gran rectángulo con ocho imágenes de ese personaje en el mismo lugar. El eco de Disdéri es evidente, pero no conviene dejarse engañar por el espejismo de las falsas semejanzas. Los cambios en las poses son más acentuados en la reinterpretación de la fotógrafa malagueña, con cada imagen luchando por su propia autonomía frente a las demás. El énfasis teatral también es mayor. Noelia García Bandera es una artista del siglo XXI que no puede recrearse en el pasado sin las armas de una bien templada ironía. Se trata de un recurso difícil: el humor desplegado aquí crea un eufórico distanciamiento respecto al tema, pero evita el recurso de la fácil caricatura y el trazo grueso.
1 comentario:
Hola, en la Nota de catálogo, el nombre está equivocado, es Juan Antonio Ramírez.
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